miércoles, junio 27, 2007

Encontrábame de vacaciones en el amazonas, descansando con algún que otro indígena de sexo dudoso y preguntándome si el mundo no sería un lugar mejor si Odín nos hubiera creado a imagen y semejanza del gran semi-dios azteca Carlos Ferreras, cuando un Ninja apareció haciendo una extraña parábola en el aire. Al aterrizar, realizó un ademán con la cadera que me resultó familiar, pero por aquel entonces mi único objetivo era escapar de allí. Después de una larga persecución que involucró choques múltiples, una pelea de camiones monstruo, la total y completa destrucción de 25 puestos de frutas y verduras de origen centroamericano y un desenlace mortal en un precipicio, la jauría de indígenas acudió en mi rescate y capturaron al enmascarado. Bañado en lágrimas, la ineficaz máquina de muerte se quitó la máscara, y mientras la caldera ardía con una extraña combinación de especias, órganos reproductores y "jarabe para la tos Krusty" no paró de lloriquear: “Lo único que quería era un post, lo uuuunicoo que queríaaa....”.
Hice un click. Un blog.. un blogg, ¿tenia yo algo asi?... Desesperado, busqué para ver si ese algo seguía allí, en la eterna y endemoniada telaraña a la que algunos llaman Internet. Efectivamente, junto a la pornografía de mi hermana, se alzaba el sitio pésimamente titulado “Telégrafo Mercantil”. Mi último post era de antes de navidad, me dije a mi mismo que tenía que hacer algo por mi vida. Así, un lustro después de mi última aparición, acá me tienen, semi-desnudo, sin inspiración, sin un tema para hablarles, pero escribiendo en fin. “!La profecía se ha cumplido!” dirán algunos, “es un milagro, el hijo pródigo regresa”. Pero no lo crean, este no es el post que venimos prometiendo, si hubieran prestado especial atención a las profecías del Dr. Socolinsky antes de que pereciera a manos de la mafia Austro - Húngara sabrían que el día que alguno de los dos haga un post como la gente, el blog va a desaparecer y sus viles creadores regresarán a su extraña y desconocida dimensión. Ah, perdí el extraño don de provocar la risa, pero en este tiempo sin escribirles encontré... ¡el elixir de la vida!.
Todo comenzó cuando hace años, aburrido y solitario, me uní a la orden de los jedi, un puñado de homosexuales anarquistas que persiguen la eliminación de la raza negra, a la que apodaron inteligentemente “los del lado oscuro”. Mi primer encuentro fue casi tan incómodo como la primera noche en la que Batman y Robin debieron pasar la noche juntos, pero después de recomendarme “secretos en la montaña”, el jefe del grupo dijo que sentía cierta atracción (de la fuerza) en mí. Acto seguido, me nombró como su joven Padawan, y así, durante años, me mantuve en secreto, esperando con ansias que la orden me permita probar “otra experiencia”, el mismísimo elixir de la vida. Recuerdo como si fuera ayer cuando llegó el gran día: CELESTIAL. Lo único que recuerdo es que desperté dos años después en el Tíbet, me había hecho rabino, comunista y me había unido a las madres de plaza de Mayo. ¿Qué si pensé en el suicidio? CADA SEGUNDO. Sin embargo, tuve la suerte de encontrar a un tal “Doc” Brown y su extrañísimo capacitador de flujos, pero esa es una historia que voy a contar en otro post.
Nota que creo importante: Voy a llamar a un invitado especial, un narrador en tercera persona, espero que no les moleste, muchas gracias.
Los años pasaron y Argonath debió tomar supropio Padawan. Fueron años de duro aprendizaje y abstitencia, pero cuando llegó el gran día, este se hallaba en mejores condiciones que su maestro.
-K: ¿Cuanto falta, cuanto falta?. ¿Ya llegamos? ¿Ya llegamos?
-Argonath: No desesperes, mi joven Padawan, tu espera será recompensada cuando el sagrado elixir corra por tus venas.
-K: ¿Esa mierda es el templo sagrado?
-Argonath: Sí hijo, sí. Es hora.
Argonath:(dirigiéndose a la escalava) Un grido batido por favor.
Robotina asintió con su mecánica cabeza y se dirigió a la licuadora.
K se quitó la capucha. Recordaba cada instrucción de su maestro, pero a su vez sentía que este lo cuidaba demasiado, no lo dejaba avanzar. Argonath repasó en su mente los tres gustos base para conseguir un grido batido digno de un jedi: Chocolate, dulce de leche, americana. Nada podía salir mal.
K: Che, no pienso pedir esos gustos de mierda.
Argonath:( descontrolado) ¡¿Qué?!. No te atrevas, eso causaría un desvío en la fuerza importantísimo, es tu primer Grido, no puedes arriesgarte, tu cuerpo no lo soportaría!! K: Sobamela, americana me da una diarrea de la concha de la lora. Dame chocolate con banana con dulce de leche.
Argonath:(rompiendo en llanto) Nooooooooooooooooooooooooooooooooo!!! El maestro cayó desplomado al suelo, de rodillas.
Se mantuvo en silencio mientras escuchaba el vil sonido de la licuadora. Lentamente giró su cara, buscó con sus ojos llorosos los de su aprendiz.
Argonath: Pero... Creí que eras el elegido... Tu debías matarlos, ¡no unírteles!.
El cuerpo de K comenzaba a mancharse irremediablemente, sus dientes emblanquecían, crecía centímetro a centímetro e incluso el tono de su voz cambiaba. Su hermosa cabellera rubia caía descontroladamente, sus ojos, celestes hasta entonces, se tornaron de color rojo furioso. K bebió la pócima. En cuestión de segundos, había sufrido el fenómeno inverso que Michael Jackson años antes, hoy en día comandante de la orden de los Jedi por ser el primer soldado oscuro en rebelarse.
K: Es demasiado tarde,
para lamentarse,
el grido ya bebí,
y a los negros me uní.
La rima fue demasiado para Argonath y para muchos de los lectores, cayó desplomado en el templo sagrado y cuenta la leyenda que sólo la canción, la agradable y comprensiva voz del hogareño pudo despertarlo de su sueño encantado.


En mi tiempo de ausencia aprendí a hacer caricaturas.
Hoy les presento:
"el papa el día de su boda"